Según Diego Gutiérrez, responsable de la Unidad de Proyectos y Vinculación Tecnológica de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc), el aprendizaje más importante que dejó la incubación de la startup BioBlends es que no basta con el desarrollo científico: “No se trata sólo del producto, sino de todo el ecosistema que lo rodea, y que resulta decisivo para su evolución. Estas empresas transitan una etapa previa a la salida al mercado, y allí el apoyo científico es clave”.

Dijo que la Eeaoc tiene ventajas para brindar ese respaldo y, además, se suma la colaboración público-privada que la rodea, con firmas interesadas en explorar nuevos procesos e investigaciones. “En el caso de BioBlends, los primeros contactos con el sector de la panificación se dieron gracias a que la institución estaba trabajando en desarrollos vinculados a harinas. Eso abrió puertas y permitió avanzar en la validación del producto”, dijo.

Añadió que otro aprendizaje fue reconocer que, históricamente, la Eeaoc podía desarrollar ciencia y tecnología hasta llegar a un producto casi terminado, pero faltaba el capital y la visión de negocio para llevarlo al mercado. “Las startups aportan ese componente: financiamiento y mirada comercial. Llegan con un CEO entrenado en negocios que complementa el conocimiento científico de nuestros equipos. Ese intercambio genera un círculo virtuoso: las startups se nutren del entorno científico de la Eeaoc, y la institución aprende de ellas cómo funciona un negocio. Esta dinámica fortalece futuros proyectos y abre la posibilidad de que surjan empresas propias desde la Eeaoc”, dijo.